Traducción, ganar la batalla a las máquinas

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Es curioso, que a pesar de amplios conocimientos sobre el funcionamiento de las lenguas e importantes avances tecnológicos, no se consiga un nivel más o menos aceptable de la traducción automática. Las máquinas, capaces de realizar miles de operaciones matemáticas por segundo, fracasan a la hora de traducir un texto con un mínimo de dificultad lingüística, por no hablar de aquellos escritos con elementos humorísticos o poesía. Creo que la clave de esta paradoja se esconde en el fenómeno de la lengua en sí. El lenguaje es el principal vehículo de la comunicación entre personas y como tal está íntimamente ligado a la vida social, a la historia y a la cultura de su pueblo portador. Ninguna sociedad humana es capaz de vivir y desarrollarse sin tener una lengua propia, al igual que la existencia de una lengua es impensable al margen de una sociedad. En las palabras, frases hechas, proverbios y dichos se reflejan todos los conocimientos sobre el medio natural que nos rodea.

El lenguaje y la cultura

En el lenguaje se plasma el significado de cada uno de los elementos de este medio para la vida humana. A su vez esto sirve para definir en nuestra conciencia los conceptos tan fundamentales como el bien y el mal, o incluso aquello que consideramos triste o divertido. De allí viene que el lobo es malo, la hormiga es trabajadora y el león es bravo. Sin embargo, en diferentes culturas el mismo referente (objeto o fenómeno real) puede tener diferentes significados con distintas connotaciones. Por ejemplo, la palabra “perro” se asocia en español con una persona vaga, algo que no ocurre en otros idiomas. El blanco se asocia en la cultura occidental con la pureza o la castidad, pero no es así para los orientales que a menudo utilizan el blanco como el color de luto. En fin, una lengua es el alma viva de cada pueblo. Y el alma es algo tan tangible que se escapa todavía de la inteligencia artificial. De allí vienen las desternillantes perlas de la traducción automática que nos hacen reír hasta que duelan las costillas. Pongo en el Google Traductor  “Esta foto me gusta un huevo”. La traducción es “This foto I like an egg”.

La traducción humana y sus meteduras de pata

Hay que dejar claro que las traducciones humanas a menudo tampoco están exentas de fallos. En Internet abundan los ejemplos de traducciones que son comparables con unos verdaderos atentados lingüísticos ya que por poco arruinan algunos lanzamientos comerciales en mercados extranjeros. Entre los líderes se encuentran las compañías tan famosas como American Airlines que en la versión española de su anuncio proponía a sus pasajeros volar en cuero. La escandinava Electrolux anunciaba una mierda de aspiradora en Estados Unidos mientras Coca Cola prometía a los chinos resucitar a sus muertos. Pero la palma en este anti-concurso, sin duda, se la llevan las compañías automovilísticas. General Motors ofrecía en México un compacto que No va. Ford no tuvo en cuenta que en argot popular brasileño el nombre de su nuevo modelo “Pinto” significaba algo como “los huevecillos”. Seat Málaga fue traducido en Grecia como Seat Malaca o Seat Pajero que en griego es lo mismo. Se puede imaginar cuanto se divirtieron los hispanohablantes en Estados Unidos cada vez que veían pasar una chica al volante de un coche llamado Mazda Laputa. Este coche no llegó a venderse en España igual que Nissan Moco, pero muchos españoles todavía recuerdan los chistes sobre el Ford Corrida. En fin, uno puede pasar un rato muy entretenido leyendo las meteduras de pata ejemplares, porque el asunto de las traducciones trae cola.

Los dobles sentidos en la traducción

Me acuerdo de un episodio recién llegada a España. Sentada en una cafetería llena de gente con una amiga iraní quise decirle un cumplido. Ella tenía unos ojos muy bonitos: grandes, negros y ligeramente almendrados. Me vino a la cabeza una expresión rusa, y sin pensarlo dos veces le solté: “Tienes unos ojos de zorra maravillosos”. Ella no sabía la palabra “zorra”. Consultó su diccionario tranquilamente y me contestó toda contenta y feliz: “Muchas gracias, todas las iraníes los tenemos igual”. Imaginaros nuestro asombro cuando toda la gente de las mesas cercanas literalmente se dobló tronchándose de la risa incontenible. Lo que pasó fue que veníamos de culturas distintas a la española y no comprendíamos el doble significado de la palabra “zorra”. Si viera ahora a aquella chica iraní, le diría que tiene unos ojos preciosos de gata. Las connotaciones semánticas que tiene la palabra “zorra” son totalmente opuestas en ruso y en español…

La denotación y la connotación

En semántica se distinguen los conceptos de significante o parte material (leer palabra) y el significado (imagen mental que sugiere el significante).  Todos los hablantes de una lengua asocian a una palabra una serie de rasgos conceptuales de los que se compone la imagen mental o el significante. No obstante, la mayoría de los significados tienen dos componentes: la denotación y la connotación. El primero constituye el significado básico y objetivo de una palabra fuera del contexto y es el que encontramos en el diccionario. En cambio, la connotación representa rasgos conceptuales subjetivos. Es decir, son unos significados extra que se asocian a una palabra. La mayoría de los fallos garrafales arriba mencionados fueron producidos por no tener en cuenta las diferentes connotaciones semánticas de las palabras traducidas.

¿Quién gana la batalla de la traducción? ¿Máquinas o personas?

El verdadero secreto de la traducción consiste en crear las imágenes mentales adecuadas. Dicho de otra forma, hay que traducir los mensajes, no palabras. Un traductor humano no puede competir con un programa memorizando las palabras del diccionario de A a Z. Aquí las máquinas nos llevan una ventaja y los humanos a cambio tenemos todas las de perder. Sin embargo, ningún software es capaz de hacer (hasta ahora) unas traducciones de calidad por falta del conocimiento de los elementos socio-culturales inherentes a cada lengua. Al mismo tiempo los programas de traducción automática son un gran aliado de los traductores. Utilizándolos correctamente se puede sacar gran provecho de las ventajas que ofrecen, mejorando tanto el rendimiento como la calidad de los trabajos. Partiendo del concepto que nuestro principal vehículo de comunicación es el lenguaje, los que se dedican al oficio de traductor deben sacar su lado más creativo y más humano a la hora de trabajar, y eso implica, conocimientos puramente lingüísticos aparte, conocer algo de historia y cultura de los países de las lenguas origen o destino. Sólo así podremos ganar la batalla a las máquinas, contribuyendo a la vez a romper las barreras idiomáticas que separan a los pueblos. Banner colaboración Traducción

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